sábado, 27 de agosto de 2011

En noches como esta...


Estoy tumbada en mi cama. Noto como las sábanas se enredan con mis piernas de tantas vueltas como he dado desde que me acosté. La última vez que miré el reloj eran casi las 4 de la mañana. Ahora son las 4:08 y, joder, no parece que hayan pasado sólo 8 minutos desde entonces. La única luz que entra en mi habitación es la de la farola que está al lado de mi balcón; me gusta dejar la persiana ligeramente subida y que entre esa tenue luz anaranjada por ella, me da sensación de tranquilidad.

Empiezo a recordar nuestras conversaciones; inocentes a veces, no tanto muchas otras, pero siempre sinceras. Estoy intentando dejarme conocer y no salir corriendo como las veces anteriores, algo que dice que confíe, que no tenga miedo…pero si lo pienso demasiado, me entran ganas de huir en la dirección contraria a los sentimientos que me provocas.

Me abrazo a la almohada intentando que un poco de su calor me traspase, como si en realidad, fuese a ti a quien estoy abrazando en lugar de a ese trozo de tela que tanto me ha aguantado en noches como esta.

Y de repente, cierro los ojos y empiezo a soñar, tanto que cuando los abro, te busco al otro lado de la cama. Pero no estás. No te encuentro. Lo único que queda de ti son mis ganas de mirarte a los ojos y decirte todo lo que no puedo. O no me atrevo.

Irremediablemente me levanto, y mientras camino en dirección a la cocina un pensamiento no para de taladrar mi cabeza:  Me estás rompiendo los esquemas.


2 comentarios: