miércoles, 9 de noviembre de 2011

Vacía


Digamos que estoy harta de ser la chica comprensiva. A la que todo asiente. La que escucha o lee detrás de una pantalla sin que haya un resquicio de preocupación por parte de la otra persona en mi ser.

Porque a lo mejor otra lo pasaría por alto, pero yo no.

Estoy harta de ser la persona servicial dispuesta siempre a todo a cambio de nada. Así es como se supone que debe ser: dar todo a cambio de nada por aquellos que te importan. Pero y qué. Lo que nadie te dice es que llega un punto en el que todo eso te satura, y en el que ya no eres capaz de darlo todo sin que tu mente espere algo, algo mínimo si me apuras, a cambio.

Estoy cansada de esas personas que sólo se centran en ellas. Que sólo cuentan cosas de su vida, relacionados con ellos: lo que hacen, lo que dejan de hacer, el por qué de esto y de lo otro. Y se supone que yo estoy entrenada para escuchar. Pero no sabéis lo que termina agotando eso… sobre todo si siempre escuchas a las mismas personas contarte cosas una y otra vez.

A veces me descubro pensando que me importa una mierda lo que me están contando. O que, sin darme cuenta, estoy pensando en otra cosa y no me he enterado de nada. Eso últimamente me pasa bastante a menudo.

Pero me da igual.

Ya todo me da igual.

Lo único que siento de mi es que se caen los pedazos que con tanto esfuerzo he ido construyendo estos años. Que en realidad, nada de lo que soy es de verdad… son simplemente fragmentos de lo que fui y de lo que me gustaría ser. Pero nada más.

Ya no hay nada. Estoy vacía.

martes, 8 de noviembre de 2011

Miedo al miedo



¿Habéis tenido alguna vez esa sensación en la que el miedo os hace un nudo en la garganta? ¿Que os paraliza durante segundo y no sois capaces de hacer nada más que sentirlo dentro de vuestro cuerpo?


Pues bien.....a mí me pasa eso con el amor.


Sí, con el amor. Miedo al amor. Miedo intento y profundo al AMOR. A que me quieran. A enamorarme. A dejarme querer y a dejarme cuidar.


Suena raro, ¿eh?


Pero entonces aparece ÉL y me dice que no hay que tener miedo...


Y yo me abandono y  sumergida en sus brazos y debajo de las sábanas de mi cama me dejo querer. Una y otra vez. Hasta que, de repente, un escalofrío recorre mi cuerpo y se me olvida hasta mi nombre. Y, sin más, ... el amor gana al miedo. Otra vez.











sábado, 5 de noviembre de 2011

Sobre la felicidad


'La felicidad está en la antesala de la felicidad', reza Eduard Punset.

Y aunque, he de confesar que este hombre no me produce demasiada simpatía, he podido comprobar en ciertos momentos de mi vida cómo esta frase se convierte en una especie de norma vital a seguir si lo que quieres conseguir es ser feliz.

Hubo una época de mi vida en la que poco más hacia que lamentarme de mi suerte, pero, ¿realmente hacía algo por cambiarla? La respuesta es no. Y como consecuencia a esa respuesta, la felicidad parecía  una causa perdida para mí. Pero bien sabéis – y si no es así, deberíais- que para ser feliz uno tiene que preocuparse de buscar esa felicidad.

Tomarte tu helado favorito una calurosa tarde de verano, ver esa película que te hace reír o llorar a partes iguales, hablar con un amigo del que hace tiempo que no sabes nada, leer un buen libro, darte un baño con agua calentita y mucha espuma, escuchar tú canción, ver reírse a carcajadas a un niño pequeño, que alguien me diga que me quiere, encontrarme dinero por la calle…

Son algunas de las pequeñas cosas que me hacen feliz y a las que, generalmente, no presto atención porque sé que “están siempre ahí”. Pero, ¿sabéis qué?....hoy he sido consciente de que no son menos importantes por estar siempre presentes.

Y esto lo digo hoy, 5 de Noviembre de 2011, día en el que lo más interesante que me ha pasado es que mi madre me traiga 2 kilos de mandarinas sólo porque sabe que me encantan. Y me ha hecho feliz. Y entonces he pesado: “¿por qué los humanos no somos capaces de darle más importancia a estos pequeños detalles que a las cosas grandiosas que, por paradójico que resulte, no suelen ocurrir casi nunca? O sea, esperamos cosas grandiosas para ser feliz: que nos toque el euromillón, una casa en la playa, encontrarnos un maletín lleno de dinero por la calle, aprobar sin estudiar….y lo gracioso es que la probabilidad de que esas cosas pasen es, cuanto menos, irrisoria.

¿Por qué el ser humano no se fija más en las cosas pequeñas?

Desde aquí hago un llamamiento a las personas que me leen: fijaos en los detalles que os hacen felices, aunque sólo sea durante un día,  y veréis que de esa forma os resulta mucho más fácil ser felices.

Y si no, siempre podéis volver a contemplar las cosas ostentosas como causantes de la felicidad.