'La felicidad está en la antesala de la felicidad', reza
Eduard Punset.
Y aunque, he de confesar que este hombre no me produce
demasiada simpatía, he podido comprobar en ciertos momentos de mi vida cómo
esta frase se convierte en una especie de norma vital a seguir si lo que
quieres conseguir es ser feliz.
Hubo una época de mi vida en la que poco más hacia que
lamentarme de mi suerte, pero, ¿realmente hacía algo por cambiarla? La
respuesta es no. Y como consecuencia a esa respuesta, la felicidad parecía una causa perdida para mí. Pero bien sabéis –
y si no es así, deberíais- que para ser feliz uno tiene que preocuparse de
buscar esa felicidad.
Tomarte tu helado favorito una calurosa tarde de verano, ver
esa película que te hace reír o llorar a partes iguales, hablar con un amigo
del que hace tiempo que no sabes nada, leer un buen libro, darte un baño con
agua calentita y mucha espuma, escuchar tú canción, ver reírse a carcajadas a
un niño pequeño, que alguien me diga que me quiere, encontrarme dinero por la
calle…
Son algunas de las pequeñas cosas que me hacen feliz y a las
que, generalmente, no presto atención porque sé que “están siempre ahí”. Pero,
¿sabéis qué?....hoy he sido consciente de que no son menos importantes por
estar siempre presentes.
Y esto lo digo hoy, 5 de Noviembre de 2011, día en el que lo
más interesante que me ha pasado es que mi madre me traiga 2 kilos de
mandarinas sólo porque sabe que me encantan. Y me ha hecho feliz. Y entonces he
pesado: “¿por qué los humanos no somos capaces de darle más importancia a estos
pequeños detalles que a las cosas grandiosas que, por paradójico que resulte,
no suelen ocurrir casi nunca? O sea, esperamos cosas grandiosas para ser feliz:
que nos toque el euromillón, una casa en la playa, encontrarnos un maletín
lleno de dinero por la calle, aprobar sin estudiar….y lo gracioso es que la
probabilidad de que esas cosas pasen es, cuanto menos, irrisoria.
¿Por qué el ser humano no se fija más en las cosas pequeñas?
Desde aquí hago un llamamiento a las personas que me leen:
fijaos en los detalles que os hacen felices, aunque sólo sea durante un
día, y veréis que de esa forma os
resulta mucho más fácil ser felices.
Y si no, siempre podéis volver a contemplar las cosas
ostentosas como causantes de la felicidad.
Yo siempre he defendido que la verdadera felicidad está en las cosas pequeñas. Como leer esta publicación tan bonita en el blog :)
ResponderEliminar¿Encontrarte dinero por la calle "está siempre ahí"?
ResponderEliminarUff...
te quiero valkiria, y a mi también me gustan las mandarinas, las clementinas en particular...quizás seas mi media clementina y esto no haya hecho más que comenzar, quizás nos encontremos en la antesala de la cítrica felicidad.
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