jueves, 12 de enero de 2012

La teoría de las cargas


Es curioso como a veces te puede inspirar la cosa más tonta. El otro día, mientras comía, me puse a ver un capítulo de “Cómo conocí a vuestra madre”, serie que no sigo en absoluto pero que, fíjate por dónde, voy y me topo con un capítulo que me hace reflexionar.

En dicho capítulo, Ted Mosby (el “protagonista de la serie”) empieza a salir con una chica a la que, curiosamente, no le encuentra ningún fallo y, por ese motivo, empieza a pensar que algo debe haber de raro en ella si todavía no le ha encontrado nada malo. Cuando se lo cuenta a sus amigos, Barney  Stinson, le explica la Teoría de las cargas. ¿Qué en qué consiste esa teoría? Pues en que cada persona llega una carga interna, a veces varias, pero que no la deja ver porque pesaría demasiado para otra persona. Al final del capítulo, Ted y su chica, se confiesan cada uno sus “cargas” y a partir de ese momento parece que la relación empiece a funcionar viento en popa, porque el liberarse de ellas les supone compartirlas con otra persona, con la persona a la que tú quieras, para que te ayude a llevarlas.

Yo después de ver este capítulo hace unos días, me quedé recapacitando sobre esto de las cargas… y la verdad es que llegué a la misma conclusión que Barney: es cierto, todos tenemos cargas. A veces es una que pesa muchísimo, otras veces son cargas distintas y cada una pesa lo suyo, a veces a nuestras cargas también se le suman  las cargas de los demás, etc. Las posibilidades me parecieron infinitas.
Luego profundicé más en el tema. Pensé en mis cargas personales: ¿cuáles son? ¿las he compartido alguna vez? ¿he sido elegida para llevar la carga de otra persona? ¿cuántas más voy a acumular a lo largo de mi vida?. Y de verdad, que no me salían las cuentas.

 Podría empezar a enumerar alguna de las mías: que mi primer ex -novio me dejase al día siguiente de volver de nuestras vacaciones en la playa, el no haber ayudado todo lo que podía a una persona en el momento en que lo necesitaba, que no pude despedirme ni de mi abuelo ni de mi padrino cuando murieron… pero, ¿sabéis? Afortunadamente yo sí que he tenido la suerte de poder compartir esas cargas con alguien y, ahora, cuando pienso en ellas, no me parece que pesen tanto como antes.

¿Y vuestras cargas….cuáles son?


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