Es curioso como a veces te puede inspirar la cosa más tonta.
El otro día, mientras comía, me puse a ver un capítulo de “Cómo conocí a
vuestra madre”, serie que no sigo en absoluto pero que, fíjate por dónde, voy y
me topo con un capítulo que me hace reflexionar.
En dicho capítulo, Ted Mosby (el “protagonista de la serie”)
empieza a salir con una chica a la que, curiosamente, no le encuentra ningún
fallo y, por ese motivo, empieza a pensar que algo debe haber de raro en ella
si todavía no le ha encontrado nada malo. Cuando se lo cuenta a sus amigos,
Barney Stinson, le explica la Teoría de
las cargas. ¿Qué en qué consiste esa teoría? Pues en que cada persona llega una
carga interna, a veces varias, pero que no la deja ver porque pesaría demasiado
para otra persona. Al final del capítulo, Ted y su chica, se confiesan cada uno
sus “cargas” y a partir de ese momento parece que la relación empiece a
funcionar viento en popa, porque el liberarse de ellas les supone compartirlas
con otra persona, con la persona a la que tú quieras, para que te ayude a
llevarlas.
Yo después de ver este capítulo hace unos días, me quedé
recapacitando sobre esto de las cargas… y la verdad es que llegué a la misma
conclusión que Barney: es cierto, todos tenemos cargas. A veces es una que pesa
muchísimo, otras veces son cargas distintas y cada una pesa lo suyo, a veces a
nuestras cargas también se le suman las
cargas de los demás, etc. Las posibilidades me parecieron infinitas.
Luego profundicé más en el tema. Pensé en mis
cargas personales: ¿cuáles son? ¿las he compartido alguna vez? ¿he sido elegida
para llevar la carga de otra persona? ¿cuántas más voy a acumular a lo largo de
mi vida?. Y de verdad, que no me salían las cuentas.
Podría empezar a
enumerar alguna de las mías: que mi primer ex -novio me dejase al día siguiente
de volver de nuestras vacaciones en la playa, el no haber ayudado todo lo que
podía a una persona en el momento en que lo necesitaba, que no pude despedirme
ni de mi abuelo ni de mi padrino cuando murieron… pero, ¿sabéis?
Afortunadamente yo sí que he tenido la suerte de poder compartir esas cargas
con alguien y, ahora, cuando pienso en ellas, no me parece que pesen tanto como
antes.
¿Y vuestras cargas….cuáles son?
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