jueves, 5 de abril de 2012

Hay que vivirlo



Ayer a estas horas estábamos corriendo como locos de camino a las duchas: "Mariquita el ùltimo!". Esperar hablando desde detrás de una cortina a que el agua saliera caliente, pasándonos el champú o el gel porque se nos había olvidado en casa, corriendo en toalla de baño por el pasillo de camino a la habitación.


Sobre estas horas, estábamos reventados....sentados en el suelo de la habitación, hablando de todo y de nada, comiendo galletas de chocolate y quejándonos de cómo sabía el agua, porque a pesar del cansancio, todavía teníamos esas ansias de estar juntos, de hablar, de reírnos, de conocernos más. Siempre quedaba cuerda para la siguiente broma, para el beso de buenas noches, para que justo en el momento en que te estabas quedando dormido entrase alguien en la habitación a ritmo de: "Chicos!! Qué fueeeerrrte!!".


Levantarse a las 8 de la mañana y acostarse a las tantas de la madrugada ha sido algo realmente agotador, pero lo vivido durante el día supera con creces a ese cansancio.


Esta noche, en mi salón mientras veía la tele me he acordado de todos y cada uno de los que habéis hecho que estos dos días merecieran mi cansancio y mi afonía. Por ejemplo tú, R, con el detalle de robar un cuadro para cada una de las 4 chicas que dormíamos en tu habitación y dejarlo sobre nuestra cama (y que luego te mandáramos a colocarlos todos, claro xD). A ti, M, porque aunque a veces me pongas nerviosa y quiera arrancarte la cabeza, me has demostrado que eres una persona super divertida y con la que se puede hablar con seriedad si lo necesitas. A ti, S, por esos abrazos de buenos días. A todos los que nos habéis despertado hoy con un beso y un abrazo en nuestra cama, o cuando nos cruzábamos con vosotros por los pasillos. A los que os habéis dejado la piel creando animaciones para que los demás pudiéramos disfrutarlas...


Y sobre todo, MILLONES DE GRACIAS, por haberos despedido de mi como lo habéis hecho esta mañana. No podéis imaginar cómo me he sentido cuando todos os habéis acercado a mí para darme un abrazo y decirme que no me fuese tan pronto. De corazón, ese gesto ha significado muchísimo para mi.


A todos y cada uno de vosotros, esta noche os echo de menos. Y se que mañana cuando me levante y vaya a desayunar a mi cocina, me voy a acordar de las magdalenas que saben a cueva, y de vuestras caras de sueño.


No podríais haber sido mejores.


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