martes, 28 de febrero de 2012

Los límites de la amistad


Estoy harta de la amistad altruista, y lo digo así, sin que me tiemblen las pestañas ni un poquito.

Yo soy de las personas que se entregan sin más, aunque acabe de conocer a alguien y piense que puede aportarme algo especial. O si esa persona me hace sentir cosas positivas. No miro nada más y me entrego, lo doy todo de mí, hasta el punto de agotar mis recursos por ellos.

Pero me he dado cuenta de que ya llevo demasiada carga a mi espalda como para seguir alimentando amistades en las que la única parte de la relación que se sacrifica soy yo. Lo siento, pero no puedo soportar más tiempo esa carga. Ni tampoco quiero, porque me he dado cuenta de que hay  personas en mi vida que se merecen más mi atención que otras. Que aquellas que no hacen nada por devolverme ni un ápice de lo que yo les doy.

Es cierto que siempre he pensado que hay que dar sin pensar en lo que vas a recibir. Sí, estoy de acuerdo con esa frase. Pero todo tiene sus límites.

¿Y cómo he llegado a esta conclusión?

Gracias a dos personas que durante un tiempo han tenido casi todo lo que han necesitado de mí, pero o no han sabido o no han querido aprovecharlo. Tampoco agradecerlo. Ni siquiera demostrar que yo era medianamente importante en sus vidas. Ni siquiera cuando a una de ellas le he recordado que me molesta su actitud y su única respuesta ha sido un: “lo siento”. Ni siquiera un:  “te prometo que voy a intentar cambia, o arreglar la situación, porque me importas”.

Pues muy bien. Así es la vida, ¿no?. Simplemente os deseo que os vaya bonito. Sin mí.

miércoles, 15 de febrero de 2012

El día después...


Ayer fue San Valentín, fecha odiada por aquellos que no tienen nadie con quien celebrarlo y amada por esos que proclaman su amor a los cuatro vientos. ¿Y en qué lugar me posiciono yo? Pues en uno intermedio. Sí, sí, ¿a que no os lo esperabais? Ya lo sé, soy una caja de sorpresas…

Y es que yo siempre he pensado que, ¿por qué tienen que marcarnos un día en el calendario para celebrar “el amor”? ¿Es que no se deberían celebrar todos los días que pasas junto a la persona que quieres? O, bueno, por lo menos celebrarlo cuando a ti te salga de la pipeta, y no porque lo marque un calendario… que a mí siempre me ha parecido de lo más falso, pero igual que con San Valentín me pasa con los demás días “especiales” que se empeñan en marcarnos: el Día de la Madre, el Día del Padre, el Día del moco… ¡Es que de verdad!.

Me parece perfecto las parejas que ayer se demostraron su amor regalándose algo, yendo a cenar, haciendo que tooooodo el mundo se entere de lo enamorados que están… ¿pero de qué sirve eso si el resto de los días se echan los trastos a la cabeza o, simplemente, ni se demuestran lo que sienten?. Si una persona está ENAMORADA, eso hay que demostrarlo día a día, con las pequeñas cosas, detalles, palabras, actos… porque es lo que va formando una relación y lo que compone una sintonía sólo conocida por las dos personas que forman la pareja. A mí de nada me sirve que una persona me haga un regalazo el día de San Valentín si luego en lo cotidiano es un cazurro que no me hace sentir chispa, pasión, ternura, lo que viene siendo eso que llaman AMOR.

Yo este año, igual que  viene pasando de unos cuantos hasta la fecha, no he tenido a ninguna persona masculina con quien “no-celebrarlo”… pero por suerte tengo a un montón de personas a mi alrededor a las que quiero y que me quieren, y como para muestra un botón, ayer me fui por la tarde con mi queridísima E a cierta pastelería de Madrid a ponernos hasta las cejas de azúcar y amor de amigas! Para que luego digan…. que San Valentín es sólo para parejitas!