sábado, 24 de septiembre de 2011

Hola Otoño


Ayer llegó (como cada 23 de Septiembre) el Otoño a nuestras vidas. Tengo que decir que he estado pensando si dedicarle una entrada o no, porque el Otoño es mi estación más odiada del año y no tenía claro si se merecía que le dedicase un poquito de atención, pero finalmente (y a falta de inspiración) aquí estoy, dándole la bienvenida aunque no nos llevemos nada bien.

Quiero creer que este Otoño me traerá muchas cosas buenas. Algunas las estoy esperando con muchísimas ganas, otras confío en que vendrán solas, pero por lo menos estoy cargada de positivismo para afrontar estos meses que nos quedan por delante. Y es que el que me conoce un poquito sabe que a mí las estaciones de frío y mal tiempo no me gustan nada, porque me ponen triste y melancólica…yo necesito despertarme y que al subir la persiana haya un sol de justicia que entre por la ventana.

Yo sólo espero que después de esta entrada, Otoño se porte un poquito bien conmigo y no me lo haga pasar muy mal con su frío, sus días lluviosos, sus colores feos y sus hojas caídas. Que a cambio me traiga mucha felicidad, muchos momentos compartidos con personas a las que quiero, un poco de suerte en ciertos aspectos de mi vida y que no me haga ponerme malita a menudo.


martes, 20 de septiembre de 2011

Magia


Y  te ves tomando algo con tus amigos de siempre en mitad de un bar que está casi vacío y pensando en ÉL. En que todo sería mucho mejor si él estuviese a menos de medio metro de ti, sonriéndote, acariciándote la cara con sus manos enormes o, simplemente, riéndose de cualquier gilipollez que se te hubiese ocurrido soltar en el momento.

Porque si hay algo que te gusta especialmente de él es el sonido de su risa. Cada vez que la escuchas te hace sentir grande, especial, como si teniendo su risa ya no te hiciese falta nada más. O como si todo lo demás no importase en absoluto.

Y, de repente, mientras estás pensando todo eso, recibes un mensaje en el móvil. Cada palabra que lees te hace dibujar una sonrisa cada vez más grande en tu cara. Es ÉL, recordándote por qué te gusta tanto, haciéndote sentir la mujer más especial de mundo y, he de decir, que a día de hoy pocos hombres lo han conseguido. Pero ÉL….ÉL tiene algo que le hace único.

Y te das cuenta de que, por muy complicado que pueda ser, esto no es sino el principio. Porque aunque él piense que tú tienes magia, se equivoca. Lo que tiene magia es todo esto, todos estos sentimientos son magia.



domingo, 18 de septiembre de 2011

Y lo cierto es que, por las noches, cuando apago la luz y todo queda en un oscuro silencio, todavía me quedan unos minutos para dedicarte.


Como cada noche, te busco a tientas por mi cama y lo único que encuentro es, otra vez, la desesperación de saber que no vas a calentar mis sábanas.


lunes, 12 de septiembre de 2011

La montaña rusa de las emociones


Mi corazón está cansado de montarse en montañas rusas. A veces muy arriba, casi tocando el cielo con las yemas de los dedos…esa sensación embriagadora de que nada puede salir mal, de que está justo donde quiere estar. Otras veces casi rozando el suelo.

Hace un tiempo pensaba que había bajado para siempre de esa montaña rusa. Mi corazón entró en “Stand by” una época, no sentía nada y, si lo hacía, se paraba cada 2 minutos. Pero parece ser que estaba haciendo tiempo para volver a subirse en un vagón, el problema es… cuando sientes que estás  más veces rozando el suelo que el cielo.


miércoles, 7 de septiembre de 2011

Mi última semana del verano

Hoy empieza para mí la última semana del verano. Soy de un pueblecito donde el verano se vive intensamente, por aquello de que nos morimos de calor cuando el termómetro roza los 40ª y porque, por suerte, si tenemos algún día nubloso o con lluvia en el verano tenemos que dar gracias. Pero aquí el verano no dura ni mucho menos hasta el 23 de Septiembre, sino que se acaba mucho antes, concretamente, el Domingo de la segunda semana de Septiembre.

Aquí las fiestas (y por consiguiente, la feria) empieza en la segunda semana de Septiembre. La verdad es que es una fecha malísima por dos motivos principales: 1. La mayoría de los estudiantes no pueden disfrutarla como deberían porque o bien están estudiando para los exámenes de Septiembre o se van marchando al lugar donde estudian, y 2. Porque empieza a hacer un frío de coj**** por las noches y eso de ir con tu vestidito monísima de la muerte se torna una misión imposible; hay años que hasta recuerdo haber llevado un foulard porque si no era insoportable estar por la feria con la rasca que hacía.

Una vez que pasan las fiestas, el pueblo parece que muere un poquito: los forasteros que han venido a pasar las vacaciones se van, ya no hay tanta gente por la calle, los niños empiezan el colegio y el aire se carga de cierta monotonía con la vuelta a la realidad, al trabajo y a los quehaceres.

Los días empiezan a ser más cortos, a las 8 de la tarde ya casi no se ve y hay que encender la luz del salón si no quieres quedarte ciega. Cuando sales a la calle tienes que llevarte una chaquetilla, “por si acaso”, de llevar sandalias mejor ni hablamos: se te congelan los deditos de los pies. Y así, poco a poco, es como va llegando el Otoño aquí, de una forma un poco más anticipada a lo que marca el calendario.

Y  pese a que la mayoría de mis veranos son aburridos y cuando pasan unas semanas de vacaciones estoy deseando volver a la rutina, ¡no quiero que llegue el frío!, ¡quiero que el verano dure hasta principios de Octubre! Porque yo soy una persona que odia el frío con todas sus fuerzas, ¡quiero calor pegajoso!.

Pero creo que, irremediablemente y por mucho que me niegue a aceptarlo, el verano se acaba. Otro más. Y otro más que me quede con la sensación de haberle saludado con la mano mientras le veía pasar.


domingo, 4 de septiembre de 2011

Báilame el agua

Báilame el agua.
Úntame de amor y otras fragancias de su jardín secreto.
Riégame de especias que dejen mi vida impregnada de tu olor.
Sácame de quicio.
Llévame a pasear atado con una correa que 
apriete demasiado.
Hazme sufrir.
Aviva las ascuas.
Ponme a secar como un trapo mojado.
No desates las cuerdas hasta que sea tarde.
Sírveme un vaso de agua ardiente y bendita que me queme por dentro, 

que no sea tuya ni mía, que sea de todos.
Líbrame de mi estigma.
Llámame tonto.
Sacrifica tu aureola.
Perdóname.
Olvida todo lo que haya podido decir hasta ahora.     
No me arrastres.
No me asustes.
Vete lejos.
Pero no sueltes mi mano.
Empecemos de nuevo.
Sangra mi labio con sanguijuelas de colores.
Fuma un cigarro para mí.
Traga el humo.
Arréglalo y que no vuelva a estropearse.
Échalo fuera.
Crúzate conmigo en una autopista a cien por hora.
Sueña retorcido.
Sueña feliz, que yo me encargaré de tus enemigos.
Dame la llave de tus oídos.
Toca mis ojos abiertos.
Nota la textura del calor.
Hasta reventar.
Sé yo mismo y no te arrepentirás.
¿Por cuánto te vendes? Regálame a tus ídolos.
Yo te enviaré a los míos.
Píllate los dedos.
Los lameré hasta que no sepan a miel.
Hasta que no dejen de ser miel.
Sal, niega todo y después vuelve.
Te invito a un café.
Caliente claro.
Y sin azúcar. Sin aliento.

*Poema de Daniel Valdés. Pertenece a la película "Báilame el agua"

viernes, 2 de septiembre de 2011

Esto es la guerra

A veces tengo una sensación de que estoy viviendo una guerra continua. Y lo peor de todo, es que esa guerra no es externa. Yo soy un soldado y tengo que luchar pero…¿sabéis lo complicado que es eso cuando tu objetivo no es más que un concepto abstracto?.

Porque sin pensarlo dos veces podría apuntar al ente físico que lo sostiene, pero entre nosotros…sabemos que eso no va a garantizar una victoria. Porque lo que habita dentro es más fuerte que todo el muro que lo rodea. Tanto que ante el primer disparo, ese pequeño hijo de puta se revuelve y me planta la cara tan cerca que casi puedo verlo por dentro. 

Pero eso no es fácil. Nadie puede verlo por dentro. Ni siquiera yo que soy su dueña. No se deja ver por una razón: la única vez que se dejó, le cortaron las venas y se convirtió en hielo. Y ahora si pones la mano encima de la parte izquierda, notas que esa zona nunca está caliente. Como mucho, templada.

Y bien sabe él que quiero ganarle la batalla. Pero a veces no me lo pone fácil. Me pregunto qué hará cuando sepa que somos dos, y no uno, los que vamos a intentarlo esta vez.